La tarde se llenó de abrazos largos, sonrisas conocidas y miradas que recordaban el ayer. Los pasillos del Recinto Santiago de la Universidad Nacional Evangélica (UNEV) volvieron a escuchar las voces de aquellos que un día soñaron desde sus aulas con el futuro que hoy viven. Fue más que un encuentro: fue un regreso a casa.
La Asociación de Egresados reunió a profesionales formados entre estas paredes para conversar sobre los retos que impone la nueva revolución tecnológica y cómo seguir siendo competentes sin perder la esencia que les distingue: la ética, los valores cristianos y el compromiso con una sociedad más justa y humana.

La charla central llevó por título “Adaptación y Competencia Profesional del Egresado frente a la Nueva Revolución Tecnológica”, pero su mensaje trascendió el conocimiento técnico; fue también un recordatorio de identidad y propósito.

Entre café, recuerdos y afectuosas conversaciones, los egresados volvieron a revivir historias que marcaron su formación: anécdotas de clases inolvidables, de sacrificios, de amistades que se hicieron familia y de la fe que los acompañó durante el camino. Más que una actividad, fue un reencuentro con sus raíces.
La directora de recinto, Dra. Johanny Rodríguez, encabezó la jornada. Con emoción en sus palabras, expresó su orgullo al ver a tantos egresados convertidos hoy en referentes profesionales en distintas áreas del país, señalando que:

“Es un gozo verlos florecer en la sociedad, ejerciendo con integridad, excelencia y compromiso cristiano. Ustedes son la mejor carta de presentación de la UNEV”.
El encuentro también contó con la participación del Dr. José Vanderlinder, Vicerrector de Investigación y Postgrado, quien motivó a continuar alimentando el vínculo con la universidad, recordando que el egresado no se va: permanece, crece y regresa para inspirar.

Asimismo, la ingeniera Jovina De la Cruz, Coordinadora Académica, acompañó el acto reafirmando el compromiso institucional con el desarrollo continuo de quienes un día confiaron su formación a esta casa de altos estudios.
Los aplausos finales no fueron despedida, sino promesa de continuidad. Porque cuando se pertenece a una familia académica, siempre habrá un lugar para volver… y alguien que celebre los logros alcanzados.























