En este día en que nos toca reconocer el importante trabajo que desarrollan nuestros docentes a favor de formar e impactar a las nuevas generaciones de individuos y profesionales que la sociedad necesita, quiero dejar la impronta de que no nos paremos de crecer. Que nunca salgamos de la Zona de Desafíos personalmente y que le transmitamos ese sentir a nuestros alumnos día tras día.
John Maxwell, en su Manual de Liderazgo 26, se pregunta: ¿Qué tipo de actitud tiene cuando se trata del aprendizaje? He observado que las personas caen en una de estas categorías. Viven en una de tres zonas:
1. La zona de desafíos: Intento hacer lo que no he hecho antes.
2. La zona de confort o comodidad: Hago lo que ya se hacer.
3. La zona de inercia: Ni siquiera hago lo que he hecho antes.
Todos empezamos en la zona de desafíos. Cuando éramos bebes, tuvimos que aprender a comer, hablar y caminar. Después fuimos a la escuela y continuamos aprendiendo. Pero llega el momento en la vida de toda persona cuando ya no tiene que seguir probando cosas nuevas. Este es un momento crucial. En algunos sucede bastante temprano en la vida; en otros después de que han logrado cierto grado de éxito. Ahí es cuando deciden en cual zona vivirán: la zona de desafío, en donde continuaran probando cosas nuevas, explorando y a veces fracasando; la zona de comodidad, en donde ya no se arriesgan; o la zona de la inercia, en donde ya ni siquiera lo intentan.
Es triste el día en el que una persona decide abandonar la zona de desafío y dejar de crecer. Como afirmo Philips Brooks, el ministro que hablo en el funeral de Abraham Lincoln: “Es triste el día en el que un hombre llega a sentirse absolutamente satisfecho con la vida que está viviendo, los pensamientos que está pensando y las obras que está haciendo; cuando en las puertas de su alma cesa el constante tocar del deseo de hacer algo mayor, lo cual el busca y sabe que está destinado a hacer”.
En este día en que nos toca reconocer el importante trabajo que desarrollan nuestros docentes a favor de formar e impactar a las nuevas generaciones de individuos y profesionales que la sociedad necesita, quiero dejar la impronta de que no nos paremos de crecer. Que nunca salgamos de la Zona de Desafíos personalmente y que le transmitamos ese sentir a nuestros alumnos día tras día.
Estoy seguro que en esto pensaba el Apóstol Pablo cuando les decía a los “maestros” de Filipos en un día del Maestro cualquiera: “Maestros, yo mismo no pretendo haber alcanzado la perfección, pero una cosa hago, olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que esta adelante, prosigo a la meta de la maestría y el PhD, asi como al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
Un llamamiento a proseguir al Blanco!Cuál es tu blanco? Y tu desafío inmediato?
El ejercicio del oficio profético y pedagógico, formó parte sustancial del ministerio de Jesús, realizado tanto de modo verbal, como a través de su propia vida ejemplar. Como lo afirma el evangelista Marcos 10:1 cuando dice “Y de nuevo les ensenaba como solía (era la costumbre)”, con el texto de Marcos destacamos la importancia que tuvo la enseñanza en el ministerio del Maestro. Por lo que podemos apreciar en los evangelios, pasaba mucho tiempo enseñando; no siendo para él una tarea inconstante, o un trabajo de carácter irregular, sino parte de un proceso permanente a lo largo de todo su ministerio
Su manera natural de vivir trasmitía una sabia y constante enseñanza, la cual se producía con un talante abierto y espontáneo: en las conversaciones mantenidas, en las respuestas a las preguntas que le formulaban, en las valoraciones sobre los aspectos terrenales y celestiales, y demás consideraciones que constituían los capítulos de la vida cotidiana.
Y así como Jesús lo hizo, también los cristianos y nosotros como maestros y maestras debemos aprender que la enseñanza ha de expresarse de una forma natural a través de la propia vida: «les enseñaba como solía»
La efectividad de todo testimonio cristiano se sujetará en gran parte a la formación del discípulo de Cristo, a su madurez espiritual, preparación bíblica, y demás virtudes que le conferirá la conveniente calidad. Pero, por sobre todo, concluimos en que la eficacia del ministerio dependerá esencialmente de nuestra adecuada relación con Dios.
Quiero que todos y cada uno de ustedes se sientan orgullosos de los alumnos que salgan de sus aulas. Que ustedes se planteen desde el primer dia de clases: Aparte de la materia que me toca impartir, ¿Qué valores les sembrare en sus corazones?
Sembremos, sembremos, sembremos, que a su tiempo segaremos si no desmayamos. Enséñenles que nunca salgan de la Zona de Desafíos, que siempre crezcan, física, mental y espiritual.
Dios los bendiga y felicidades en este su día.
Dr. Wilfredo Mañón Rossi.
Rector.
02 de julio, 2016.