El pueblo dominicano aún no conoce todos los resultados en los ámbitos presidenciales, congresuales y municipales de las elecciones nacionales del 15 de mayo, con todo y haber pasado una semana de las mismas. La incertidumbre es caldo de reacciones individuales que pueden derivar en conflictos sociales significativos.
Queremos hacer un llamado formal a la clase política dominicana, a fin de que como actor principal del proceso electoral celebrado del pasado domingo, contribuya a llevar paz y sosiego a la sociedad dominicana, pues en una fiesta democrática como son las elecciones nacionales, en la que se eligen las autoridades que a nivel presidencial, congresual y municipal que deberán regir los destinos nacionales para el cuatrienio 2016-2020, de antemano se sabe que siempre habrá ganadores y perdedores, lo importante es que se respete la voluntad popular.
Que se den cuenta nuestros políticos que el pueblo está cansado de ver el triste espectáculo de activistas de lado y lado comprando votos hasta en la puerta de los Colegios Electorales.
Que también vean que es denigrante el cuadro que nos presentan al hacerse la denuncia de que hay más votos que votantes en una determinada mesa.
Que superado el conteo, nuestra sociedad enriquezca el marco electoral, aprobando de una vez por todas la Ley de Partidos Políticos y Regulación Electoral. Este marco debe ser orientado a la equidad y la transparencia y no debe ser postergado, de manera que sea resultado de un proceso reflexionado y participativo. Además, la formalización a tiempo del marco facilitará que las instituciones responsables de su aplicación puedan planificar su correcta y eficiente aplicación.
Que los ganadores sean humildes en su triunfo y quienes no fueron electos/as, también sean nobles en aceptar la derrota. Los dirigentes de los partidos políticos son los llamados a que el clima de paz y armonía en que hemos estado conviviendo, a pesar de las imperfecciones de nuestra democracia, no se convulsione y termine dando al traste con la paz social y laboral, en donde no habrá ganadores y todos seremos perdedores.
Que los partidos políticos deben instruir a sus militancias para que dejen que la Junta Central Electoral haga su trabajo, a la vez que el árbitro electoral debe permitir a los primeros, estar debidamente representados en el proceso de conteo y revisión de los votos, con miras a dar la mayor diafanidad y transparencia al proceso como lo establece la Ley Electoral, a fin de que tengamos un país más fuerte, solidario y con desarrollo económico, social y libertad, para que nos sintamos orgullosos de gritar al mundo la frase de nuestra insignia tricolor: ¡Dios, Patria y Libertad!
Que las diferencias surgidas sean dirimidas en las instancias correspondientes con que cuenta el árbitro electoral, y en su defecto si las decisiones tomadas no satisfacen a las partes implicadas, apelar a las Altas Cortes.
Con los planteamientos anteriores podemos colaborar con el desarrollo institucional de nuestra nación, y exhibir ante la comunidad internacional un ejemplo a ser imitado, y de esa manera avalar los informes de las diferentes comisiones de observadores internacionales, quienes se llevaron buenas impresiones de la organización y desarrollo del proceso eleccionario dominicano, a pesar de algunas fallas.
Es necesario que avancemos por el orden de la paz, la armonía y la solidaridad, lo cual es garantía del buen desarrollo de nuestras instituciones, a la vez que continuamos desarrollándonos como nación, cuyos símbolos patrios fueron inspirados en la palabra de Dios.
Que el respeto a la verdad nos lleve a la paz. Somos una academia que educa para la paz, porque pensamos que la paz es plenamente alcanzable. Es oportuno recordar que el patricio Juan Pablo Duarte escogió la Biblia abierta considerando el versículo que reza: “y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:32).